Jesús, la Resurrección y la Vida: Una Conversación con Marta
En uno de los pasajes más conmovedores y significativos del Nuevo Testamento, Juan 11 nos presenta el relato de la muerte de Lázaro y la profunda conversación entre Jesús y Marta, su hermana. Es en este encuentro donde Jesús pronuncia una de sus declaraciones más trascendentales: “Yo soy la resurrección y la vida”.
La escena se desarrolla en Betania, un pueblo cercano a Jerusalén, donde vivían Lázaro y sus hermanas Marta y María, amigos íntimos de Jesús. Cuando Lázaro enferma gravemente, sus hermanas envían a Jesús un mensaje urgente, con la esperanza de que Él venga a sanarlo. Sin embargo, Jesús tarda en llegar, y Lázaro muere.
Cuando Jesús finalmente llega a Betania, Lázaro ya lleva cuatro días en el sepulcro. Marta, afligida y con el corazón destrozado, sale a su encuentro y, con una mezcla de fe y reproche, le dice: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”. Esta frase refleja su creencia en el poder de Jesús, pero también su dolor ante la aparente ausencia de su amigo en el momento de la necesidad.
Es entonces cuando Jesús, en un momento de profunda compasión y revelación, le responde a Marta con palabras que resonarían a través de los siglos: “Tu hermano resucitará”. Marta, entendiendo esto en un sentido futuro y escatológico, responde: “Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero”. Ella tenía una comprensión de la esperanza judía en la resurrección general al final de los tiempos.

Pero Jesús va más allá de esta comprensión. Él no habla de una resurrección futura y distante, sino de una realidad presente y encarnada en Él mismo. Con autoridad divina, le declara: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?”
Esta declaración es el corazón del pasaje. Jesús no solo promete la resurrección, sino que se identifica como la fuente y la esencia de la vida misma, superando incluso la muerte. Él es la garantía de que aquellos que creen en Él, aunque sus cuerpos mueran, encontrarán vida eterna. La pregunta final de Jesús a Marta, “¿Crees esto?”, es una invitación personal a la fe, a aceptar esta verdad profunda sobre su identidad y su poder.
La respuesta de Marta es un testimonio de fe, a pesar de su dolor: “Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que había de venir al mundo”. Ella confiesa su fe en Jesús no solo como un sanador, sino como el Mesías prometido, el Hijo de Dios.
Poco después, Jesús demostrará la verdad de sus palabras al resucitar a Lázaro de entre los muertos, un milagro que no solo reafirmó su divinidad, sino que también sirvió como una poderosa señal de su poder sobre la muerte y una prefiguración de su propia resurrección.
El pasaje de Juan 11, con la declaración de Jesús a Marta, es un pilar fundamental de la fe cristiana. Nos enseña que Jesús es la fuente de vida y la victoria sobre la muerte. Para aquellos que creen en Él, la muerte no es el final, sino una transición hacia la vida eterna que Él mismo ofrece. Nos invita a una profunda reflexión sobre nuestra propia fe y esperanza en la promesa de la resurrección y la vida en Cristo.