Jesús y el ciego de Siloé: Juan 9
El noveno capítulo del Evangelio de Juan presenta uno de los milagros más profundos y complejos realizados por Jesús . Más que un simple acto de sanación física, la historia del hombre ciego de nacimiento es una narración profundamente simbólica que explora temas de comprensión espiritual, incredulidad obstinada y el poder transformador de la luz divina.
A través de una serie de encuentros, la travesía del hombre desde la oscuridad literal hasta la vista física refleja su travesía aún más significativa desde la ceguera espiritual hasta una clara confesión de fe, mientras que quienes afirman ver permanecen en las sombras de sus propios prejuicios. Este milagro tuvo lugar en el estanque de Siloé , en Jerusalén.
El milagro comienza cuando Jesús y sus discípulos se encuentran con un hombre ciego de nacimiento. Los discípulos, reflejando una creencia teológica común en su época, se preguntan si el hombre o sus padres pecaron para causar su aflicción.
Jesús, sin embargo, desestima esta línea de pensamiento, declarando que la condición del hombre era una oportunidad para que las obras de Dios se manifestaran. En un acto único y deliberado, Jesús escupe en el suelo, hace una pasta de barro y unge los ojos del hombre.
Luego le ordena al hombre que se lave la cara, un acto de obediencia que precede al milagro. El hombre recupera la vista, ve por primera vez, y de inmediato se desencadena un intenso conflicto social y teológico, preparando el terreno para una serie de interrogatorios esclarecedores.
El hombre sanado se enfrenta al escepticismo de sus vecinos y de las autoridades religiosas. Los fariseos, en particular, están menos preocupados por la curación milagrosa que por el hecho de que ocurriera en sábado . Su estricta adhesión a la ley religiosa les impide ver la evidencia del poder de Dios que está ante ellos. Interrogan al hombre, a sus padres y luego de nuevo al hombre, buscando desesperadamente una razón para desacreditar a Jesús.
Su línea de preguntas revela una profunda ceguera espiritual; tienen el testimonio del hombre y la prueba visible del milagro, pero se niegan a aceptarlo porque desafía su autoridad y sus preceptos sobre Dios. El hombre, en cambio, muestra una claridad y una valentía notables, señalando lo absurdo de su postura: « Si este hombre no viniera de Dios, nada podría hacer ».

La historia alcanza su clímax en el camino personal de fe del hombre . A lo largo de los interrogatorios, su comprensión de Jesús evoluciona. Primero se refiere a su sanador como « un hombre llamado Jesús ». Al defender su curación ante los fariseos, reconoce a Jesús como «un profeta». Tras ser excomulgado por quienes deberían haberse alegrado con él, Jesús lo encuentra de nuevo. Cuando Jesús le pregunta si cree en el Hijo del Hombre, el hombre pregunta quién es.
Jesús responde: « Ahora lo has visto; de hecho, él es quien habla contigo ». Este es el momento de la sanación espiritual completa. La respuesta del hombre es inmediata y rotunda: « Señor, creo », y lo adora. Ha pasado de la visión física a una comprensión espiritual plena, reconociendo la naturaleza divina de Jesús de una manera que los líderes religiosos jamás pudieron.
En definitiva, el milagro del ciego de Juan 9 es una poderosa parábola sobre la luz y la oscuridad. El hombre, que antes era ciego física y espiritualmente , recupera la vista y la fe.
Los fariseos, que aparentemente afirman ser guías, se revelan espiritualmente ciegos, incapaces de ver la verdad que tienen ante sí debido a sus prejuicios y orgullo. La historia invita al lector a reflexionar sobre la naturaleza de la verdadera visión, sugiriendo que no se trata solo de lo que uno puede percibir físicamente, sino de lo que uno está dispuesto a creer.
